viernes, 1 de septiembre de 2017

CÁMARAS



Henri Cartier-Bresson con su Leica en 1957. Fotografía de Jane Bown.














La cámara imposible


Cámara imposible la llaman los que saben de cine,
Porque la imagen es vista desde una pared
O desde la oscuridad donde no hay nadie
Y es como el tiempo que nos mira hacer y deshacer,
Siempre absortos en la ilusión de no ser vistos,
Siempre a salvo perdidos en las más estúpidas ceremonias.
Allí, bajo la lente, renace el mundo perdido
Entre las venas ya duras y los pelos que salen de la nariz,
A pesar del corazón que anhela por fin dormir bajo la tierra,
De los pulmones que hace tanto no desean más el aire;
La cámara imposible sigue la coreografía de lo íntimo
Que cree haber escapado un momento de lo público
Y las viejas ceremonias vuelven a poblar los rincones
De gente que no existe, a cambiar la escenografía
Por otros decorados hace años tragados por los días.
Más sinceros que la masturbación, más evidentes que el ensueño,
Los rituales secretos devuelven el sentido a las ajadas fotografías,
A los recuerdos que salen de esas imágenes con su andar leve de enanos,
A la pesadilla gozosa de estar a solas, finalmente,
Con ese pesado monstruo que pasa rápido por los espejos.
Y la cámara imposible filmando todo
Para el archivo candente que utiliza la memoria,
Esa extorsión que esgrimirá mañana el pasado:
Mañana, cuando nos avergüence otra vez y otra vez y otra vez
Saber que hicimos lo que hicimos y que somos finalmente
Otra vez todo lo que fuimos y seremos también cuanto no fuimos,
Como registró la cámara, la cámara imposible.


Luis Benítez (en revista Replicante)








Laica

yo tengo una perra con un solo ojo
como la de Cartier Bresson

ella no captura el instante
sino la mitad

por ejemplo
tus manos en alto
se vuelven una sola
que muestra la palma

yo te apunto con mi Laica.

ella le ladra al futuro que pasa por tu mano

es un viaje del azar que no se detiene con Dios

tu mano se ha vuelto inmortal
y yo vivo en la mitad de tu vida

estás detenido en el espacio

Laica te mira a través de la burbuja de vidrio

vamos a casa
te dice
no todos los perros van al cielo

la burbuja brilla como la aureola de un santo
pero es sólo casualidad
no se puede rezar con una mano sola







Muralla

cuando los chinos
inventaron la fotografía
aún no existía el papel

tomaron en sus manos la Muralla
la pulieron
e hicieron de ella un espejo del mundo

lo que vieron fue la muerte
su faena uniforme y puesta en abismo
los fragmentos de la vida
perpetuada en portarretratos

sus soldados en fila
la arcilla de la amalgama
el espacio entre viñetas

su propio dibujo
por primera vez
empequeñecido

la cámara oscura de cada torre
los caídos
en pleno ejercicio de la apariencia

el universo dejó de ser infinito
su fotografía
no



Silvia Castro, Isondú, El Suri Porfiado, Buenos Aires, 2014.









I

Cuando las ganas de eso
hacen buscar un lápiz
me doy cuenta que tengo
porvenir
que tenía hace rato
el filtro de la lente en el bolsillo
y sólo cuando voy y busco un lápiz
recordé: entonces ir, guardarlo,
cuidar que no se rompa mi señor, y es así,
siempre hay algo que obstaculiza el impulso
una piedra
en medio del camino había una.


II

Pero ahora lo repito
es ganas de escribir, es eso,
lo que hay en el bolsillo de la lente
entonces voy, aguardo, hay siempre
algo para guardar
y es parte del camino que en el medio
hubiese un puro gris
virando lentamente
hacia lo negro espeso

la imagen va pasando
por ese contrasueño del esfuerzo
pasa punto por punto
pasa mientras pasea y ahí está:
la pera de esperar,
el gesto donde el alma fue la cara:
es justo ahí, cuando hay que disparar.



III

Leí muchas revistas. Dicen casi lo mismo.
Fotografía dice "escritura con luz".
En un papel sensible es la luz la que se escribe.
Yo sólo dicto mirando aquello o esto      lo otro.
Aprieto suavemente ese gatillo
y corto una porción de realidad –como de pizza–
que hasta antes no existía.
Poder de decisión le digo      por 125
fracciones de segundo
el índice de dios.


IV

Voy a buscar la cámara y después
a caminar.
Bresson estaba horas esperando.
Tenía paciencia y dedo.
Sabía ver.


V

Pero yo cuándo? Cuánto
voy a tirar hasta ver algo?
Y si lo veo lo reconoceré?
Películas de metros de película enrollada en la más
completa oscuridad en el calor del cuarto
sudando si no engancha si se rompe un agujero
si alguien abre la puerta y entra
luz.



Mario Nosotti, El proceso de fotografiar, Viajera, Buenos Aires, 2014.









Aldo o la intuición de que vivimos en las renuencias de un holocausto


Con una cámara que no sé manipular, que ese mismo viejo trajo hace diez años, la única vez que se alejó del pueblo, y ahora me saluda sonriente, bajo la pátina amarillenta de la tarde, con una bolsa de pan en la mano y el gabán descosido, tomo la fotografía. Hay detrás un tambor de cien litros, volcado, leña seca que se apila en el centro del baldío, latas de pintura arruinada alrededor, dos chapas que se enciman en el suelo sembrado de cardos, entre víboras de caucho y alambres en constelación rastrera. Hay estrellas que apenas se ven.


Diego Colomba, El largo aliento, Alción, 2016.




















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