Madre en el
hospital
aturde por blanca
porque el aire vibra
tenso
a punto de cortarse
la sala de hospital donde mi madre ensaya
otra vez con su muerte
dignidades
modos de mirar las cosas por última vez
agonías
antes de entrar
miro las camas
donde yacen
ancianas
con los ojos licuados
en el blanco de sábanas
y paredes
me cuesta reconocer
entre todas ellas
a mi madre
apenas distingo
entre el blanco de las cosas
una fila de cuerpos blandos
sumergidos en un agua
o una sustancia
invisible
y persistente
desde donde emana
el resuello de la vida
como un solo animal
cansado
Jotele Andrade, La rosa orgiástica, Añosluz, Buenos Aires, 2016.
5
Cuando terminé de cambiarte los pañales
y te ayudé a sentar para que no doliera tanto,
unas diez horas antes de que murieras,
me preguntaste si no había una escena así
en Milagro en Milán
lo negué, dijiste: –Tendría
que haber habido alguna y
me guiñaste un ojo.
Yo lo escribo por si vienen tiempos mejores
por si alguien comprende
o solamente
para dejar constancia.
Lucas Gómez, Para dejar constancia, Qué diría Victor Hugo, Buenos Aires, 2016.
La bolsa negra
Pocos días antes
de que entren dos enfermeras a la habitación Nº 104,
para ponerte en una bolsa y correr el cierre
relámpago
hasta tapar tu vientre, tus pechos, tu cuello, tu mentón, tu nariz,
tus ojos, tu frente,
hasta encerrarte, por orden de esa señora cruel,
en su negra bolsa,
las sienes se retraen, como sie el cuerpo solo
presintiera el vacío de la razón,
el viento sin significado
del pensamiento.
Fabián O. Iriarte, La caja P, Ediciones del Dock, Buenos Aires, 2013.
En la zarza ardiente
Desde esta absoluta oscuridad
veo a mi padre despedirse
con esa dignidad propia
de quien conoció
el mundo y lo habitó.
Acompaño a mi padre
en el gesto de su despedida,
en esta vida de hospitales
donde todo pasado es presente
y el futuro
es nada más
que una conversación.
Atrás quedan
los días de la noche,
las palabras
que debían madurar
para ser ciertas;
queda en el camino
la expectativa
de lo que no sucedió,
la verdad de la belleza,
su cuerpo inaccesible.
Pero ahora es el silencio,
el silencio que grita
el silencio
en la voz del bosque.
Pero ahora es el deseo,
el deseo de que el tiempo
vuelva hacia atrás,
cuando el invierno todavía joven
encendía
su lámpara mágica
y alumbraba el camino
de nuestro alegre porvenir.
Enrique Solinas, Barcas sobre la zarza ardiente, Ediciones del Dock, Buenos Aires, 2016.
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