jueves, 29 de diciembre de 2016

LLUVIAS

















Lluvia

Entonces comprendimos que la lluvia también era hermosa.
Unas veces cae mansamente y uno piensa en los cementerios abandonados. Otras veces cae con furia, y uno piensa en los maremotos que se han tragado tantas espléndidas islas de extraños nombres.
De cualquier manera la lluvia es saludable y triste.
De cualquier manera sus tambores acunan nuestras noches y la lectura tranquila corre a su lado por los canales del sueño.
Tú venías hacia mí y los otros seres pasaban:
No habían despertado todavía al amor.
No sabían nada de nosotros.
De nuestro secreto.
Ignoraban la intimidad de nuestros abrazos voluptuosos, la ternura de nuestra fatiga.
Acaso los rostros amigos, las fotografías, los paisajes que hemos visto juntos, tantos gestos que hemos entrevisto o sospechado, los ademanes y las palabras de ellos, todo, todo ha desaparecido y estamos solos bajo la lluvia, solos en nuestro compartido, en nuestro apretado destino, en nuestra posible muerte única, en nuestra posible resurrección.
Te quiero con toda la ternura de la lluvia.
Te quiero con toda la furia de la lluvia.
Te quiero con todos los violines de la lluvia.
Aún tenemos fuerzas para subir la callejuela empinada. Recién estamos descubriendo los puentes y las casas, las ventanas y las luces, los barcos y los horizontes.
Tú estás arriba, suntuosa y bíblica, pero tan humana, increíble, pero, tan real, numerosa, pero tan mía.
Yo te veo hasta en la sombra imprecisa del sueño.
Oh, visitante.
Ya es seguro que ningún desvío nos separará.
Iguales luces señaleras nos atraen hacia la compartida vida, hacia el destino único.
Ambos nos ayudaremos para subir la callejuela empinada.
Ni en nuestra carne ni en nuestro espíritu nunca pasaremos la línea del otoño.
Porque la intensidad de nuestro amor es tan grande, tan poderosa, que no nos daremos cuenta cuando todo haya muerto, cuando tú y yo seamos sombras, y todavía estemos pegados, juntos, subiendo siempre la callejuela sin fin de una pasión irremediable.
Oh, visitante.
Estoy lleno de tu vida y de tu muerte.
Estoy tocado de tu destino.
Al extremo de que nada te pertenece sino yo.
Al extremo de que nada me pertenece sino tú.
Sin embargo yo quería hablar de la lluvia, igual, pero distinta, ya al caer sobre los jardines, ya al deslizarse por los muros, ya al reflejar sobre el asfalto las súbitas, las fugitivas luces rojas de los automóviles, ya al inundar los barrios de nuestra solidaridad y de nuestra esperanza, los humildes barrios de los trabajadores.
La lluvia es bella y triste y acaso nuestro amor sea bello y triste y acaso esa tristeza sea una manera sutil de la alegría. Oh, íntima, recóndita alegría.
Estoy tocado de tu destino.
Oh, lluvia. Oh, generosa.

Raúl González Tuñón




Lluvia

hoy llueve mucho, mucho,
y pareciera que están lavando el mundo
mi vecino de al lado mira la lluvia
y piensa escribir una carta de amor/
una carta a la mujer que vive con él
y le cocina y le lava la ropa y hace el amor con él
y se parece a su sombra/
mi vecino nunca le dice palabras de amor a la
mujer/
entra a la casa por la ventana y no por la puerta/
por una puerta se entra a muchos sitios/
al trabajo, al cuartel, a la cárcel,
a todos los edificios del mundo/ pero no al mundo/
ni a una mujer/ni al alma/
es decir/a ese cajón o nave o lluvia que llamamos así/
como hoy/que llueve mucho/
y me cuesta escribir la palabra amor/
porque el amor es una cosa y la palabra amor es otra cosa/
y sólo el alma sabe dónde las dos se encuentran/
y cuándo/y cómo/
pero el alma qué puede explicar/
por eso mi vecino tiene tormentas en la boca/
palabras que naufragan/
palabras que no saben que hay sol porque nacen y
mueren la misma noche en que amó/
y dejan cartas en el pensamiento que él nunca
escribirá/
como el silencio que hay entre dos rosas/
o como yo/que escribo palabras para volver
a mi vecino que mira la lluvia/
a la lluvia/
a mi corazón desterrado/

Juan Gelman






Caía una lluvia finísima

Caía una lluvia finísima, que no mojaba, casi. Atamos las muñecas en las ramas, como castigo, las que se habían portado mal. Con un rumor de animalillos se levantaban los hongos de cabeza parda, semejantes a osos; en pocos minutos quedaron más altos que nosotras. Y algo más subía de la tierra, rotas copas, candeleros, de antiguos festivales, que presuponíamos, vagamente.
Y la luna celeste, color limón, andaba con la lluvia. Hasta que vino mamá y la tocó. Y cortaba pimpollos, desató las muñecas; yendo hacia la casa dio un breve grito. Acudimos, puntuales. Y desaparecimos, en su falda, en su vientre.
Y todo quedó en paz.

Marosa di Giorgio






V

Ésta y no otra es la alegría: llueve sobre el mar, sobre la arena, sobre nosotros llueve,
afortunados como niños pese a ser tanta la fragilidad de lo que crece:
sí, llueve sobre el mundo y también en el patio, sobre las baldosas rojas llueve,
y llueve en una isla donde el malecón de roca y piedra aún resiste,
incluso ante el embate de sus propios salvadores:
los condenados a muerte –amigos y enemigos– intercambian miradas bajo la lluvia
y el silencio llueve como ascuas que aún crepitan en los chispazos de la noche:
vuelve a iluminarte, corazón, entrégate a la danza del mar en otros brazos,
aunque la orilla y el horizonte, distantes hasta la indiferencia,
hoy sólo acoten un tajo de huellas sobre el agua.

Alberto Szpunberg






Tras la lluvia el agua corre...

Tras la lluvia el agua corre enloquecida.
Es una trenza cristalina que arrastra,
pegada al cordón, a una espontánea caravana;
ahí va el vasito de café, lo siguen una ramita,
un corcho, una cucharita de plástico y una caja
de fósforos. Van despreocupados, tambaleantes,
hacia la oscura bocacalle; sólo van, es el destino;
van sin propósito, van porque sí. No son
románticos como Shelley, que muere joven,
deslumbrante, bajo una tormenta en alta mar;
son, apenas (como nosotros), lengua cansada,
yerma, de una civilización en retirada. 

César Bandin Ron




Lugar lluvia

Cuando llueve, dicen que la lluvia acaricia el pelaje del mundo,
que el mundo es como un gato que ronronea, como un perro mojado
que ha perdido el olfato pero deambula feliz porque sin dueño.

Cuando llueve, dice que la lluvia es caricia,
pero la lluvia destroza los tejados. En Mar del Plata
la lluvia destroza los tejados.

La lluvia es "el lugar en que se juntan
la pasión y la metafísica": para ganarse la vida a palabras
y la muerte, con silencio. Hay que aguantar la estación de la lluvia.

Fabián O. Iriarte






Las mujeres y la lluvia

cuando niñas vamos sueltas por el patio
y el sol nos persigue de a caballo
pero la luna implacable nos va dejando sus mareas
hasta que nos desvela
y esa noche encontramos
un cántaro 
en lugar de la cintura 

aprendices de machi las mujeres
nacemos así al rocío
listas para mirar los barcos que se pierden
descalzas a la neblina antes de que amanezca
nervaduras de lluvia nuestras manos
levantadas al cielo

te salpicará el amor
parirás sin amarras
y recibirás con ojos arrasados
la visita intermitente de la risa
permanecerá la llovizna en tu vientre
porque no te atreverás a ser la madre
de todos los desamparos
que andan por la calle

caudal desubicado te desarmará
en pájaros que no saben hablar
a borbotones no podrás decir 
lo que quisieras
mejor dejarlo que se derrame despacio
decir 
permiso tengo lluvia y alejarse
a una altura al mar al cielo
hasta que vuelvan a apretarse los musgos
en las profundidades

yo conozco mujeres que nunca se alejan
le abren la compuerta a sus gorriones
y lloran
enjuagan el trapo mojado lo estrujan
limpian con él la tabla y lloran
pican cebollas y más lloran
igual hacen las camas
barren la casa peinan a los chicos
igual lavan
dónde aprendieron

hay otras que se pasan la vida domesticando
a sus pájaros
porque no quieren que irrumpan sin aviso
y los beba el enemigo
guardan su sangre su ausencia quietos en el fondo 
y apuntan con palabras nítidas de cuarzo
que van a dar al blanco

yo a las palabras las pienso
y las rescato del moho que me enturbia
cada vez puedo salvar menos
y las protejo
son la leña prendida de atahualpa
que quisiera entregar a esas mujeres
las derramadas las que atajan sus pájaros
a cambio de un abrazo

una vez en febrero yo estaba ahí
en el campo
y se llovía todo
parecía la furia de cai cai sobre nosotros
el agua estaba helada 
las ancianas prosiguieron el ritual
y tuve que quedarme
hasta cuándo aguantaremos
pará la lluvia dios es demasiada
no la bebe la tierra se atraganta
y somos casi nada
trazos de tiza borrados por el agua

después de unos siglos el sol abrió las nubes
la voz gastada de meridiana epulef
levantó el taill del cauelo

pensé que dios podía ser ese arco iris
o los caballos en fila 
moro zaino pangaré tostado bayo 
saludando al horizonte despejado

huele tan bien la tierra después del aguacero 

Liliana Ancalao




Derrotado por ver la ausencia en la lluvia

La última vez no supo llover.
Todo andaría detrás
pero el pasado reniega de esas gotas.
Queda algo de viento en el ropero.
Queda aún la mano que supo escribir la carta
para después nombrarte.
Nadie va a desvelarse por la ausencia,
a nadie se le escapa un verso ante la lluvia.

El derrotado escribe con la fuerza del agua.

Martín Carlomagno






1-

Podría decir lluvia y que llover sólo fuera eso
una tupida línea de agua
cayendo irregular sobre las cosas
afilando la gubia con que Dios talla las formas
la bífida espina de la noche
su violentada geografía
la tierra anegada pulsando sus terrones
escarbar bajo el tendón del tiempo
desde el jardín entre la escarcha
alinear una a una sobre el hielo las palabras
las letras con las que vengo a nombrarte
el nombre con el que voy a arrojarte
pedazos de aguacero contra el cuerpo.

Sandra Pasquini




Marzo

                                              A Juan Gelman
                                                                    A Daniel Freidenberg

I

ruido en el arranque: polvo/ del embrague sobre el
béndix. afuera, reales, húmedos, bajo el intenso
desde el cielo, caer del agua: rostros, y en el cauce
sobre vidrio, en el lento detenerse del caer, gotas y
esos mismos rostros, espesos, en un pesado des-
hacerse, como quien da, como quien tiende, tem-
blando, al morir. en el frío del agua arden, prome-
tiendo el fuego, la memoria, a la postrera, a la que
los llevare, no dejar, sino, como pétalos arrastra-
dos, hacia el final del curso, polvo y agua sólo
ser, mas agua y polvo enamorados 



II

afuera, bajo el intenso caer desde el cielo: agua y
temblando en el aire, rostros sobre el frío, que dan
ardiendo, al cauce, al polvo, como pétalos arrastra-
dos, bajo lluvia, sin dejar a la postrera, a la que los
llevare, el fuego, la memoria



III

arrasados como pétalos, rostros que tiem-
blan, en el intenso caer desde el cielo: al río
tienden, dan: no polvo, sino agua enamorada




IV 

rostros arrasados como pé-
talos arden, en el frío, y tiem-
blan, en el intenso caer hacia
el cauce: ¿en el cielo?, ¿en el
río?,¿ desde el cielo, en el aire
hacia el río: rostros? rostros:
así en el cielo como en el agua




V

rostros y agua en el aire: cielo.
¿cielo: rostros y agua en el
aire? rostros y agua en el aire:
cielo. ¿y río? rostros y agua en el
aire, sobre el agua del cauce. ¿ros-
tros y agua en el aire, sobre el cau-
ce del agua: río?. río: rostros y
agua en el aire, sobre el cauce. y
rostros y agua en el aire: cielo



VI

cielo en el agua y
tiembla por
rostros




VII

así en el cielo como en el agua: rostros:
rostros no “como” sino pétalos arrasados
en el aire hacia el cauce, ardiendo en el
frío, temblando en el intenso caer, des-
haciéndose, sin dejar a la postrera la me-
moria: fuego sobre agua enamorada



VIII

ahora rostros, pétalos arrasados, cielo, in-
tenso caer, río, temblor, fuego en el agua




IX 

ros-tros a-rra-sa-dos en el cie-lo: pé-
ta-los a-rra-sa-dos en el ai-re: fue-
go tem-blan-do en el frí-o: ar-de
el a-gua e-na-mo-ra-da



se diría hubo rostros en el cielo. al parecer
habrían sido arrasados como pétalos y dado
en intensa caída, temblando, al cauce. se
presume a la postrera el fuego, la memoria no
dejaron. diversas fuentes señalan ardieron en el
frío. varios muestreos indicarían agua enamorada


XI

se diría? al parecer? habrían? se presume?:
hubo rostros, pétalos, arrasados, así en el cielo
como en el agua, y dieron, temblando, en intensa
caída, al cauce, sin dejar a la postrera el fuego.
en la memoria arden. el río/ es de agua enamorada

Ignacio Uranga








2 comentarios:

  1. hermosa iniciativa, estaba buscando estos poemas temáticos. Gracias y abrazos amiga

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